viernes, 23 de mayo de 2008

Cenizas en el paraíso





Hace dos años tuve la posibilidad de visitar futaleufú, más precisamente la zona de los lagos Espolón y las Rosas, ubicados a unos treinta kilómetros de este poblado chileno que hoy está evacuado por la erupción del volcán Chaitén. Allí, pude conocer algunas familias que viven tierra adentro, mucho más allá de donde llegan las rutas. Sin luz eléctrica, gas o agua corriente, aún se mueven a caballo por las antiguas sendas que faldean al cerro Teta y el valle del Lago Noroeste.
Dado que esta región de Chile está separada del resto del país, estas familias se encuentran todavía más aisladas, ya que toda ayuda debe provenir del lado Argentino. Si bien la orden del gobierno chileno es evacuar a todos los pobladores, muchos se resisten a abandonar sus animales. Pese al colchón de 15 centímetros de cenizas que cubre todo el suelo, muchos aún tienen esperanzas de poder salvar su ganado, pero la situación se hace cada vez más crítica.
Alec Byrne que viajó a la zona cuenta que, "las lluvias que comenzaron el jueves limpiaron al menos arboles y plantas lavándolas, pero el agua que cayó sobre las cenizas del suelo, no se escurre, ni se absorbe, sino que resbala por encima de ellas y al mojarlas las transforman en una especie de cemento".
Según cuenta, las lluvias llegaron a 120 mm en 2 días y provocaron grandes crecientes en ríos y arroyos. Encima el domingo amaneció con 30 cm de nieve, por lo que el panorama es todavía más incierto, ya que con la nieve y heladas, las cenizas quedaran en el suelo durante el invierno. En Futaleufú de los 2000 habitantes han quedado solo 300, y en su mayoría hombres que siguen trayendo sus tropas de ganado al pueblo, para sacarlos en camiones vía Argentina a Osorno. Se estima que la cantidad de animales suman 3000, pero recién el miércoles pasado pudieron salir a juntar sus vacas de los montes y cordilleras, debido a los vientos y la voladura de cenizas, que imposibilitaban la respiración y la visibilidad.
"El panorama es desolador e incierto, ya que el volcán sigue emanando cenizas y provocando lluvia ácida, asimismo con la nieve, que volteó arboles y ramas, techos de galpones. Todavía no ha comenzado la ayuda del gobierno, que se prevé para esta semana. Si bien el ejército argentino ha instalado una planta potabilizadora, la ayuda no basta", continúa Byrne.
Las primeras poblaciones que se establecieron en esta zona a principios del siglo pasado al tiempo que surgió una incipiente industria maderera. Los diferentes aserraderos que se instalaron destinaban su producción de tablas casi exclusivamente a abastecer a las nacientes ciudades de Esquel y Trévelin.A mediados de los 40, una intensa sequía veraniega y un raleo de monte que se fue de las manos, fueron los ingredientes que desencadenaron uno de los incendios más grandes que sufrió la región. Los viejos de los pueblos hablan de que el fuego duro semanas y redujo a cenizas hectáreas y hectáreas de bosques.
Con el tiempo, los claros que dejó la devastación reverdecieron y los sectores de bosques que sobrevivieron comenzaron a regenerarse. Desde entonces, los descendientes de estos primeros colonos se dedicaron a la cría de animales. Los mismos por los que hoy, casi un siglo después, se niegan a abandonar estas tierras.

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